MAO CHAN

 

INTRODUCCIÓN ( Infancia o de cómo entré en el templo).

Nacido en una humilde y numerosa familia de comerciantes en la ciudad de Kwangchow, provincia de Kwangtung, sus padres pronto observaron sus aptitudes atléticas y artísticas. A los 11 años decidieron entregar a su hijo más pequeño al templo shaolín de las montañas cercanas para que aprendiera artes marciales y pudiera ganarse la vida como maestro algún día, además de ahorrarse una boca que alimentar.

 

CAPÍTULO I ( O de la vida en el templo).

Mao enseguida se convirtió en un alumno aventajado, aprendía las artes de las letras y la lucha con suma facilidad. Un nuevo enfrentamiento del templo con el emperador obligó a los monjes a escoger un alumno para enseñarle los estilos más celosamente guardados, debido al miedo que tenían de que sus artes fueran perdidas cuando el emperador decidiera exterminarlos. Por ello, a Mao le fueron explicados un gran número de estilos en poco tiempo.

 

CAPÍTULO II ( De cómo salí del templo).

Un día le dieron un saco con sus cosas, le entregaron unos objetos mágicos del tesoro del templo y le dijeron:

- "Mao, eres un buen chico, pero no entiendes el trabajo para el que has sido elegido. Debes seguir entrenando más que los demás porque te resulta más fácil. Cuando seas un maestro, deberás enseñar estos estilos sólo cuando creas que están preparados para recibirlos. Sin embargo, no debes permitir que desaparezcan cuando nosotros y algún día tú, desaparezcamos. Debes tener cuidado con lo que enseñas y a quién lo enseñas. Al igual que el águila permite que uno de los polluelos dé muerte a sus otros hijos para que él sobreviva, al enseñarle las artes de la caza, tú debes hacer lo mismo con tus alumnos. Permite que uno aprenda mucho más que los demás, incluso sacrificando al resto. De todos modos asegúrate de que a quién le enseñas no vaya a aprovechar sus conocimientos para hacer el mal. Vete y no permitas que el emperador sepa que eres uno de nosotros."

- "Lo haré muy bien maestro Cheung"

 

CAPÍTULO III ( De cómo llegúe a Hong Kong y mi vida en la ciudad).

Mao tomó camino hacia la gran ciudad de Hong Kong, pues le habían dicho que el emperador había situado sus tropas en Kwangchow, por lo que no podía ir a ver a su familia. Además en Hong Kong no podían entrar tropas chinas, ya que era una colonia extranjera donde no tenían autoridad. Allí consiguió unirse a una compañía de acróbatas para poder entrenar sus habilidades atléticas a la vez que se ganaba la vida, hasta que le surgiera la posibilidad de conseguir algo más de dinero para poder comprar una casa con patio donde dedicarse a entrenar y algún día tener alumnos.

 

CAPÍTULO IV ( De cómo conocí a un tipo con un panda).

Una de las veces que habían montado un espectáculo improvisado en la calle y la gente estaba dando mucho dinero, llegó un desconocido con un panda que dispersó a la multitud debido al miedo que tenían al animal (a cuál de los dos aún no se sabe). Mao y sus compañeros le increparon:

- "¡Oye tú! ¡Sí, sí, tú!, el del panda, estás estorbándonos. Deberías irte."

Este hombre había acordado una honorable pelea en esa misma plaza a esa misma hora, por lo que no podía irse. Cabreados, decidieron quedarse para animar al oponente. Unos minutos más tarde, su enemigo, un alumno del maestro Li, caía aturdido al suelo. Él extraño los miró con cara de mala leche. No le había gustado que animaran a su adversario.

- "¡Vamos hombre!" - le dijeron mis compañeros- "¡No te pongas así! Por tu culpa nos quedamos sin un buen dinero que hubiéramos conseguido"

Uno más espontáneo empezó a hacerle la pelota:

- "¡Cómo moló el golpe ese así! ¡y ese otro que...! ¿Qué estilo usó señor?"

- "El viejo estilo del oso", respondió.

Al escuchar ese nombre Mao pensó en la pelea.

- "Mmmm... ese estilo está ligeramente modificado, él hace más fuerte unas técnicas que otras, pero no acierto a averiguar cuáles. Debo observarle en más combates para conseguir alguna ventaja por si algún día tengo que luchar con él o alguno parecido."

Envalentonado por sus pensamientos Mao decidió hablar con el luchador un rato:

- "¿Y quién has dicho que es tu maestro? ¿Cómo te llamas? ¿Y de dónde vienes? ¿Piensas quedarte mucho por la ciudad?. Deberíamos ir un día a entrenar juntos al bosque."

- "Sí, estaría bien, no conozco esto mucho, así que supongo que necesito a alguien que me diga por dónde están las cosas."

 

Unos días más tarde Mao y el extranjero, que era de Fuchien, fueron a entrenar. Mao no consiguió observar de nuevo su estilo, pues el extranjero debió pensar que era mejor no enseñar mucho sus dotes. Asímismo hizo Mao, como sus maestros le ordenaron. De todos modos quedaron en volver otro día... pero eso, es otra historia.